Al formar parte del sector de las tecnologías y telecomunicaciones el término Ciudad Inteligente o el anglicismo “Smart City” son relativamente comunes. Por fortuna sabemos algo de aquello que se perfila como la visión a largo plazo de la vida citadina y en la que otros países nos llevan una marcada delantera. Aunque esta no es la realidad de millones de personas que, si bien han escuchado sobre estas ciudades, desconocen las implicaciones que conlleva ser un ciudadano en este nuevo modelo de comunidad. Viven sin siquiera saber que son parte fundamental para la transformación de los sitios donde actualmente residen.
Somos seres gregarios por naturaleza, desde que nacemos aprendemos a vivir siendo parte de un grupo. A medida que vamos creciendo de forma natural, nos agrupamos por la ubicación donde nacemos, intereses, roles, deberes, derechos y obligaciones, entre otros. Desde niños somos miembros de conglomerados humanos que se denominan comunidades y en su gran mayoría conforman ciudades. Son precisamente las ciudades entes que evolucionan y se adaptan a las necesidades, visión y estilo de vidas de las personas que las conforman.
Con el pasar de los años y a medida que aumentamos en número, los pobladores demandamos más recursos para realizar las tareas básicas para vivir. En nuestra realidad inmediata existe el esquema de demandar un recurso, pagar por él, utilizarlo y no preocuparnos por lo que involucra. Esta situación se repite a diario y se multiplica por millones en todas las latitudes, dando lugar al consumo y al manejo generalmente inadecuado, de las fuentes de energía, de alimentación y del entorno en el que se supone debemos realizar nuestras actividades básicas.
Lo que dicen las noticias
Al leer titulares sobre la deforestación, la devastación de las cuencas hidrográficas, la contaminación, el aumento de costos en la generación de energía eléctrica, la carencia de agua en comunidades y la degradación de los suelos, parece no alarmarnos lo que sucede. Quizás pensemos que esto le sucederá y afectará a otros, no lo vemos con la urgencia ni dimensionamos el impacto porque probablemente nos encontremos absortos tratando de “vivir en una ciudad complicada por el tráfico y el congestionamiento, por la fallas en movilidad urbana y con problemas de basura, ruido excesivo, iluminación deficiente y poca seguridad”.
Las personas el centro de los procesos inteligentes
Con certeza lo que hacemos influye, cada interacción que realizamos afecta e impacta el entorno en el cual nos desarrollamos y esto precisamente nos lo muestran los cuatro pilares básicos de las ciudades inteligentes: Sostenibilidad, eficiencia, gente y seguridad.
Los promotores del concepto ciudades inteligentes prestan mucha atención al pilar denominado gente. Sabiéndolo o no, somos parte de la ecuación de éxito en el planteamiento de una ciudad que aspira a ser sostenible, eficiente, habitable y segura.
Arquitectos, planificadores y otros involucrados en la gestión del modelo coinciden en que es necesario colocar al ciudadano en el centro del diseño. Al conseguir que las respuestas urbanas a la convivencia y necesidades de las personas impacten positivamente la calidad de vida se está logrando el propósito de su existencia- En definitiva, se trata de usar la tecnología para reorganizar los procesos de ciudad, desde la manera en la que se vive, se circula, se trabaja hasta la forma de utilizar los recursos disponibles.
Uno de los temas que preocupa a los gobiernos es la inversión que se requiere para transformar o crear desde cero una ciudad inteligente. Ante estas dudas los análisis en cuanto al ahorro que se logra al implementar procesos inteligentes son esperanzadores. Se calcula que en los proyectos que actualmente se llevan a cabo, para el 2020 se logrará un ahorro de 17.700 millones de euros como resultado de la disminución del uso de energía y emisiones. Y que en materia de la gestión del tráfico en las ciudades inteligentes se logrará reducir el CO2 en 164 millones de toneladas al 2019, cantidad equivalente a lo que contaminan 35 millones de vehículos. Si estas cifras no son convincentes también existen estudios que muestran las razones para adoptar medidas para transformar las ciudades como el estudio del BID para Latinoamérica
El estudio nos recuerda que “Una Ciudad Inteligente es aquella que coloca a las personas en el centro del desarrollo, incorpora Tecnologías de la Información y Comunicación en la gestión urbana y usa estos elementos como herramientas para estimular la formación de un gobierno eficiente que incluya procesos de planificación colaborativa y participación ciudadana. Al promover un desarrollo integrado y sostenible, las Smart Cities se tornan más innovadoras, competitivas, atractivas y resilientes, mejorando así las vidas”.
El camino más accesible para llegar a ser una ciudad inteligente se abre cuando una comunidad asume la tarea de definir su propia visión de sostenibilidad, utiliza la tecnología a su alcance y traza el plan necesario para concretarla.
Entre la literatura más consultada sobre el tema se encuentra el libro de Marieta de Rivero que aborda la transformación tecnológica de las ciudades y plasma los beneficios que se derivan de su aplicación en los servicios urbanos en Smart Cities. Una visión para el ciudadano. Prologado por el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, quien nos habla de “un futuro con un paisaje de ciudades inteligentes, en las que será posible monitorizar, automatizar, controlar y optimizar los procesos que facilitan el día a día, para alcanzar un estado de bienestar y de desarrollo como la humanidad no ha conocido antes”.
Visión, planificación y trabajo compartido
Los ejemplos existentes nos muestran que el establecimiento de ciudades inteligentes exige la participación ciudadana, aportes e ideas de los interesados y actores del proyecto. No hay empresa, gobierno u organización que de forma individual pueda construir una comunidad inteligente. Estas ciudades no se crean con un decreto. La transformación tiene que pasar, necesariamente, por el empoderamiento de las personas.
Los días 7 y 8 de junio Valencia se convierte en el epicentro para el análisis de la transformación tecnológica de las ciudades españolas. En la ciudad tendrá lugar el congreso Smart Cities por Smart Citizens, propiciando la conexión de empresas, organizaciones con la cultura y la innovación. El evento tendrá lugar en La Marina de València y estaremos atentos a los debates porque
¿Nos preparamos para ser ciudadanos inteligentes?
Estas ciudades requieren que los ciudadanos se preparen para hacer uso correcto de todas las facilidades que pueden ofrecer. Integrar a su diario quehacer las nuevas formas de aplicar la tecnología, es requerido. De igual manera, es necesario que las personas tomen conciencia de su rol como consumidores y se responsabilicen de su accionar. Solo utilizando eficientemente los recursos se lograrán cambios permanentes. La formación y educación juega un papel relevante para la vida y convivencia en ciudades inteligentes. Más allá de utilizar aplicaciones móviles que propicien y faciliten la gestión de la energía o del agua, conocer cuando el tráfico es el más adecuado para movilizarse o que midan nuestro consumo, se requieren personas que comprendan que las ciudades deben ser lugares habitables y que es responsabilidad de todos colaborar con los proyectos que buscan mejorar la calidad de vida. Se requiere compromiso y disposición individual para llevar a cabo acciones en pro del reciclaje y la correcta disposición de los desechos, la integración de nuevas alternativas de transporte y movilización, la adopción de tecnologías que propicien la mejora continua.
Para los que nacieron y crecen en ciudades que aún no se involucran en la gestión de buenas prácticas los cambios que se requieren son grandes. En nuestra región es menester iniciar desde lo básico, comportamientos para ir migrando de ciudades de gestión tradicionales a los nuevos modelos inteligentes.