«Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo»
―José Ortega y Gasset
Siete y cuarenta y cinco minutos de la mañana, camino a su trabajo revisa los titulares noticiosos de su diario preferido en línea, no observa nada interesante, lo cierra, pero en lugar de dejar a un lado el teléfono móvil, prefiere abrir dos de sus perfiles en redes sociales. Y, allí, justo allí, en la red del pajarito azul, se encuentra con este trino que es incendiario, mal intencionado y que va en contra de todos los valores que usted respeta. No da crédito a lo que lee se pregunta ¿Por qué no hay censura para este tipo de comunicaciones?
El trino tiene un número cada vez mayor de “me gusta” y muchos le dan la razón escribiendo respuestas igual de soeces y degradantes, se justifican porque ,“a su manera”, le dan su merecido a esa persona que es figura pública y “según dicen”, ha hecho o dicho algo totalmente contrario a lo que ese sector de la población aprueba.
¿Cómo reaccionará? Puede ignorarlo o responder y ser parte de la conversación. Enfrentarse en una batalla interminable de dimes y diretes que quizás no lo lleven a un buen final.
Usted decide ignorarlo, no responder, pero algo en su día ya no está bien, está de mal genio, le molestó lo que leyó y lo menciona a su compañero de trabajo, quien busca el trino y decide darle seguimiento.
A las diez de la mañana aparece una nueva versión de la publicación, todo lo que se aseveraba es falso, pero ya es tarde, han vilipendiado y hecho escarnio público de aquella persona, porque nadie fue capaz de comprobar fuentes antes de “trinar” ¿Le parece familiar esta situación? ¿Cuántos tweets ha respondido por impulso y sin pensar en lo que pueden hacer?
La Filosofía de José Ortega y Gasset se asienta en la vida humana y su realización
Ortega y Gasset a quién citamos en un inicio creía que cada uno de nosotros estamos, lo queramos o no, condicionados por las limitaciones y libertades que nos facilita el entorno. Funda el conocimiento de la vida humana como la realidad radical, uno de cuyos componentes esenciales es la propia razón. Y si trasladamos este sentir a las redes sociales, que no son parte de un mundo virtual, son en suma la representación de la realidad para muchas personas, el referente al que le creen, la situación es más seria de lo que creemos.
Las redes sociales con la rapidez e inmediatez, así como la mundialización de los contenidos nos obligan a o aprender a movernos con cuidado para construir una reputación digital y no destruirla por circunstancias que no nos dejan razonar sin poner por delante las emociones.
Si la función del pensamiento no es tratar de enmarcar la vida en esquemas racionales, sino procurar seguirlo para dar razón de ella, es necesario que veamos cual es el rol que juegan las redes sociales en el ejercicio del derecho a expresarnos, a pensar y si realmente “pensamos” antes de enviar un trino o publicar una actualización. El ejercicio de análisis de éstas podría sorprender a mas de una persona. Somos cada vez, menos conscientes de que nuestra identidad digital es la otra cara de nuestra identidad individual y que en la red, es muy difícil borrar todos los rastros que estamos dejando.
La radicalidad de la vida, se manifiesta en nuestras acciones en redes. Según el filósofo este concepto significa que es algo incondicionado, tiene una realidad radical porque todo lo que nos acontece está referido a ella.
Lo que queremos, pensamos o sentimos tiene que ver con la vida, en pocas palabras, toda gira en torno a ella y no puede existir nada fuera de ella, incluyendo, por supuesto, lo que hacemos en redes sociales.
Posiciones encontradas
Con tan solo ver un mensaje las personas toman partido, ya sea a favor o en contra, pero no se quedan allí, van más allá, comentan, deducen, creen, opinan y propagan a través del reenvió el contenido.
Desde los temas más sencillos hasta los más complejos suscitan emociones y a su vez reacciones. No tendría nada de malo, si solo fuesen comentarios inocentes, pero gran parte de ellos, son infundados y motivados por antivalores o por esa necesidad de participar, de formar parte.
Existe un grupo, cada vez mayor, de usuarios que expresan su opinión y debaten opiniones contrarias generando batallas de palabras y mensajes con su respectivo número de personas a favor y en contra.
En repetidas ocasiones los usuarios simplemente leen un mensaje, no saben a ciencia cierta lo que implica, pero no dudan en comentar sin ningún tipo de filtro o control.
Destruir una imagen parece ser el nuevo objetivo de las redes que antes eran sitios de convergencia de ideas y lo peor es que parece que la gran mayoría de usuarios no atina a comprender que están siendo parte, que promueven conductas que en fuera del mundo virtual, donde no te ocultas tras un icono, no tendrían.
La filosofía y las redes sociales
Nuestro tiempo es limitado, nuestras interacciones en la red, las horas que dedicamos a ellas, son en suma un gasto o una inversión de ese bien que tenemos. Utilizarlo sin pensar en lo que estamos haciendo es, quizás, el gran error de los usuarios, nos colocamos frente a un dispositivo móvil, que tiene un teclado, consumimos grandes cantidades de datos ajenos, nos inmiscuimos y queremos participar en todo tipo de conversaciones ¿Y qué ganamos?
El pensamiento según Renato Descartes demostraba la existencia a partir de su existencia, «cogito ergo sum» (pienso, luego soy), el filósofo entendía la existencia del «yo» cómo un ente pensante o «res cogitans», defendiendo en consecuencia, una posición dualista de la naturaleza humana. Lo que nos lleva a pensar que esa dualidad que tenemos (digital/real) es un todo indivisible y ser conscientes de ello al participar con conciencia de las redes reivindica el uso que le damos a la capacidad de razonar y comprender nuestro entorno, haciendo lo mejor para nosotros y para los demás.
No permita que las redes sociales le enajenen, ni le radicalicen, recuerde que allá afuera hay varios puntos de vistas, el suyo, el del otro y el de los demás y todos, tienen un espacio y una oportunidad de ser considerados válidos.